Creo que eso es lo que nos pasa a los editores de libros de referencia. Como el resto del sector no nos ve, nosotros mismos hemos llegado a creernos que no existimos. Vamos, que somos invisibles. Representamos a la perfección la definición que James Joyce daba de fantasma: “¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia o por cambio de costumbres.”
Editar (bits o átomos) en España es llorar aunque, también en este caso, algunos lloremos más que otros. En un oficio en el que tanto se lleva la arrogancia, el éxito y el protagonismo van ligados al de la visibilidad de nuestro catálogo. Los editores que nos dedicamos a un tipo de publicaciones que no suelen aparecer en los suplementos culturales ni merecemos una triste reseña por nuestras obras, seguimos siendo fundamentales no sólo para el sector editorial, sino también para el cultural. Aunque parezcamos invisibles seguimos trabajando cada día llenando metros y metros de los anaqueles físicos y virtuales de la librerías existentes en el mundo.
La obra que acabamos de publicar en Amazon pretende acercar a los lectores los procesos actuales de creación de contenidos: tal vez el concepto más básico y, por contra, el menos estudiado de la edición. La edición de libros de referencia pasa, por norma general, absolutamente desapercibida. En el panorama actual del sector, el trabajo del editor cobra más importancia en función del protagonismo de éste, y en el caso del editor de contenidos, suele ser invisible. Parafraseando a George Orwell, todos los editores son iguales, pero lamentablemente algunos son más iguales que otros.
Por si no disponéis de un dispositivo de lectura Kindle y estáis ansiosos por leer “La edición invisible” también podéis encontrar el libro aquí.
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