El salto a la verdadera edición digital o, mejor dicho, a la edición de libros digitales ha hecho que la IBD parezca haber pasado a mejor vida. Pero, ¿en qué consiste? En realidad no es más que un procedimiento de impresión alternativo al offset que permite imprimir los libros en pequeñas tiradas o, incluso, ejemplar a ejemplar, cuya comercialización y venta estaba pensada en origen a través de los mismos canales del libro pretecnológico. En el ámbito español, empresas como Publidisa ofrecen servicios de impresión digital, así como un servicio integral de gestión editorial on line.

El tipo de edición más susceptible de beneficiarse de la IBD y de la edición de libros digitales es la de libros científicos y universitarios. El informe Global Entertainment and Media Outlook 2009-2013, elaborado por la consultora PricewaterhouseCoopers, pone de manifiesto el crecimiento del consumo de libros educativos y, especialmente, de libros de texto universitario debido, fundamentalmente, a las limitadas oportunidades de empleo como consecuencia de la débil situación económica actual.
La otra vertiente de la IBD es la denominada autoedición, es decir, esos libros de autores que más que un público de masas buscan la satisfacción personal y están dispuestos a pagar por ello. De aquí el protagonismo de nuevos servicios de edición como Lulu o Bubok, o incluso nuevos formatos electrónicos como Scribd que permiten al lector acceder a obras que bien por razones de mercado o por una simple política editorial han desaparecido de las librerías.
He aquí unos cuantos avisos para navegantes. Si las editoriales no comenzamos a ofrecer acceso a los títulos de nuestros catálogos de manera sencilla, ya sea a través de la impresión o de la edición digital, una vez que los consumidores se acostumbren a fotocopiar o a no pagar por lo que leen, ya no habrá vuelta atrás.
3 comentarios:
A mi parecer hay un elemento clave de la auténtica IBD al que no se le presta suficiente atención. Lo que distingue la auténtica IBD de la impresión digital en si es que en la IBD la "D" (de demanda) lo origina el comprador final y no la editorial. Es decir el comprador pide o compra un libro en una librería física o de internet y ese pedido se transmite automáticamente a la imprenta digital donde se fabrica el libro para su envío inmediato al comprador o punto de venta, según el caso. Además de imprimir conlleva la incorporación de la metadata (información bibliográfica) al mercado. Se trata no solamente de producción sino también de comercialización a través de los canales convencionales del sector del libro.
Tienes toda la razón. El problema es que, al menos en España, todo lo arreglamos llorando. Los editores nos quejamos de que las ventas bajan pero no nos preocupamos de buscar una segunda oportunidad para los títulos de nuestro catálogo que están en backlist. Mientras, los libreros no paran de lamentarse por la aparición de nuevos medios de distribución, pero tampoco hacen nada para consolidar el suyo. En fin, nada nuevo.
Tienes toda la razón. El problema es que, al menos en España, todo lo arreglamos llorando. Los editores nos quejamos de que las ventas bajan pero no nos preocupamos de buscar una segunda oportunidad para los títulos de nuestro catálogo que están en backlist. Mientras, los libreros no paran de lamentarse por la aparición de nuevos medios de distribución, pero tampoco hacen nada para consolidar el suyo. En fin, nada nuevo.
Publicar un comentario