Veamos. En la primera fase del lamento, conocida como de negación, el sujeto se plantea “esto no me puede estar pasando a mí”: la edición digital no es más que una moda pasajera. Superada esta fase, en la que el paciente comprueba que la enfermedad está para quedarse, el sujeto se vuelve iracundo activando en consecuencia la segunda fase: “¿cómo me puede estar pasando esto a mí?”. Tras la ira se produce la negociación con un poder superior a cambio de una forma de vida reformada: “haría cualquier cosa por un par de años más de vida”. Pero el fin está a la vista: "¿por qué hacer algo?", la depresión hace su trabajo. El paciente que está muriendo empieza a entender la certeza de su destino. En este contexto, los editores que intentamos trabajar con otros soportes como posible solución al mal somos tratados como apestados. Así las cosas, el paciente trata de adaptarse a la nueva realidad como parte de la aceptación: “no puedo luchar, debería prepararme para esto”.
No sé si el funeral narrado por Vila-Matas en su novela está relacionado con el nacimiento de la Galaxia Google. Lo cierto es que la novela termina siendo parte de un canto al futuro de la literatura. En palabras del propio autor: "No hay ruptura entre la era de la imprenta y la digital. (…) Lo que se cuenta es lo que se escribe, no el formato". Ya lo hemos dicho en reiteradas ocasiones en Editobits. No hay nada incompatible: es el mercado quien decidirá si hay sitio para los diferentes tipos de edición. Y es que… una única talla no sienta bien a todo el mundo.
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