jueves, 27 de mayo de 2010

La perdición del libro está en su préstamo

A buen seguro mis improbables lectores se habrán formulado alguna vez la remota pregunta de ¿cuántas veces se puede prestar un libro? Desde bien pequeño corría por casa un dicho que siempre despertó mi interés. “Hay cinco cosas en la vida que nunca se deben prestar: dinero, el hombre o la mujer, la pluma, el coche y un libro”. Con el paso del tiempo descubrí, muy a mi pesar, que algunas de aquellas cosas tenían su propia idiosincrasia ya que se podían prestar por su cuenta y riesgo, o sea, sin pedir permiso.

Desde entonces he estado consultando a verdaderos expertos en el arte de prestar libros, y todos ellos han coincidido con mi parecer sobre la pregunta que abría el presente post. En realidad, un libro pretecnológico sólo se puede prestar una vez. Todos hemos coincidido en el bajo porcentaje de posibilidades que tienes de poder prestarlo una segunda ocasión, e improbable el hecho de prestarlo por tercera vez. En el mundo del libro hay un axioma claro: un libro, una vez que lo has prestado no le vuelves a ver el pelo.

Es más, una vez leí un cuento que relataba la historia de un hombre residente en la India que había fundado una enorme biblioteca.
–¿Cómo creó usted esta biblioteca?" –le preguntaron.
–Con los libros que la gente me ha prestado –respondió.
–¿Cómo es esto? –exclamó interesado su interlocutor.
–Tengo por costumbre no devolver ninguno de los libros que me prestan. Así es como he sido capaz de crear esta biblioteca –insistió.
–¿Pero no tiene Usted remordimientos por los libros que no ha devuelto?
–¿Remordimientos?, el que presta sus libros está loco. Y quien los devuelve está aún más loco que él.


He de decir que hace un par de semanas mi vida cambió. Caí del caballo como Saulo camino de Damasco. Leí estremecido que Libranda, la plataforma liderada por Planeta, Random House Mondadori y Santillana había decidido delimitar el número de copias que se pudieran hacer de un libro a seis. Es decir, el usuario que compre un título podrá prestarlo hasta seis veces. Por su parte, el usuario que haya recibido un libro electrónico en préstamo no podrá prestarlo. En aquel instante, lo primero que me vino a la cabeza fue la teoría de los seis grados de separación que establece que una persona puede estar relacionada con cualquier otra en el mundo a través de una cadena de conocidos de sólo seis pasos. Vaya, pensé, qué considerados. ¿Quién dijo que el placer de la lectura era una práctica onanista? Mira por dónde. Además de enriquecerte culturalmente, o no, Libranda te garantiza, con el permiso de las redes sociales, ampliar tus contactos y confirmar que el mundo es un pañuelo. Como diría mi idolatrada Rosa Villacastín: “Cultivar la amistad ayuda a vivir plenamente la madurez”.

Desde aquí quisiera dar las gracias a los pensadores de Libranda
por ayudar a los lectores a no seguir perdiendo libros y, por extensión, amigos. He de reconocer que, en mi opinión, ésta es la más importante novedad que ha aportado el libro electrónico en su corta vida. A partir de ahora tendremos seis intentos para no perder los libros que prestamos a nuestros presuntos amigos. Sólo por eso he de decir bien alto que les prometo fidelidad absoluta. Queda dicho.

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