Hace unos meses alguien me habló de la metodología de gestión del tiempo "GTD" (Getting Things Done) de David Allen. Será por mi pasado de consultor pero el caso es que me divierten estas cosas. Como no localicé el libro en castellano acabé comprándolo en Amazon y empecé a leerlo en el Kindle.
Como todo libro de autoayuda empresarial, se lee fácilmente, pero iba marcando fragmentos por si decidía después poner el método en práctica.
Revisar estas notas con un lector de tinta electrónica puede ser un suicidio porque pasar las páginas es muy lento. Como las librerías electrónicas permiten bajar el libro comprado a más de un dispositivo, lo bajé al PC. Las notas que había tomado en el Kindle bajaron con el texto y pude revisarlas de forma mucho más rápida. También aproveché para ver mejor algunos gráficos.
A las dos semanas fui a sacarme el pasaporte y me tuvieron una hora esperando. Bajé el libro al iPhone y aproveché para continuar la lectura. El libro se abre en la última página que has leído, aunque sea en otro dispositivo.
Ya sólo faltaba probarlo en el iPad del trabajo. Bajé una vez más el libro para releer alguno de los fragmentos que tenía subrayados. El libro se bajó con las notas que había tomado en el Kindle y en el ordenador. Pero además, bajó los subrayados más "populares" de otros lectores.
Al final del experimento, habré leído este libro en 4 dispositivos distintos, cada uno con sus ventajas y sus inconvenientes, cada uno adaptado a una situación diferente.
Es lícito preguntarse qué aporta esto al mundo editorial más allá de entretener a algunos tecnólogos camuflados de editores. Hace un tiempo usar un teléfono móvil en la calle también parecía un entretenimiento gratuito.
Los libros electrónicos empiezan a desplegar su potencial. De momento se ha subido a "la nube" y empiezan a lanzarse en sus paracaídas donde menos lo esperamos...
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lunes, 28 de junio de 2010
jueves, 27 de mayo de 2010
La perdición del libro está en su préstamo
A buen seguro mis improbables lectores se habrán formulado alguna vez la remota pregunta de ¿cuántas veces se puede prestar un libro? Desde bien pequeño corría por casa un dicho que siempre despertó mi interés. “Hay cinco cosas en la vida que nunca se deben prestar: dinero, el hombre o la mujer, la pluma, el coche y un libro”. Con el paso del tiempo descubrí, muy a mi pesar, que algunas de aquellas cosas tenían su propia idiosincrasia ya que se podían prestar por su cuenta y riesgo, o sea, sin pedir permiso.
Desde entonces he estado consultando a verdaderos expertos en el arte de prestar libros, y todos ellos han coincidido con mi parecer sobre la pregunta que abría el presente post. En realidad, un libro pretecnológico sólo se puede prestar una vez. Todos hemos coincidido en el bajo porcentaje de posibilidades que tienes de poder prestarlo una segunda ocasión, e improbable el hecho de prestarlo por tercera vez. En el mundo del libro hay un axioma claro: un libro, una vez que lo has prestado no le vuelves a ver el pelo.
Es más, una vez leí un cuento que relataba la historia de un hombre residente en la India que había fundado una enorme biblioteca.
–¿Cómo creó usted esta biblioteca?" –le preguntaron.
–Con los libros que la gente me ha prestado –respondió.
–¿Cómo es esto? –exclamó interesado su interlocutor.
–Tengo por costumbre no devolver ninguno de los libros que me prestan. Así es como he sido capaz de crear esta biblioteca –insistió.
–¿Pero no tiene Usted remordimientos por los libros que no ha devuelto?
–¿Remordimientos?, el que presta sus libros está loco. Y quien los devuelve está aún más loco que él.
He de decir que hace un par de semanas mi vida cambió. Caí del caballo como Saulo camino de Damasco. Leí estremecido que Libranda, la plataforma liderada por Planeta, Random House Mondadori y Santillana había decidido delimitar el número de copias que se pudieran hacer de un libro a seis. Es decir, el usuario que compre un título podrá prestarlo hasta seis veces. Por su parte, el usuario que haya recibido un libro electrónico en préstamo no podrá prestarlo. En aquel instante, lo primero que me vino a la cabeza fue la teoría de los seis grados de separación que establece que una persona puede estar relacionada con cualquier otra en el mundo a través de una cadena de conocidos de sólo seis pasos. Vaya, pensé, qué considerados. ¿Quién dijo que el placer de la lectura era una práctica onanista? Mira por dónde. Además de enriquecerte culturalmente, o no, Libranda te garantiza, con el permiso de las redes sociales, ampliar tus contactos y confirmar que el mundo es un pañuelo. Como diría mi idolatrada Rosa Villacastín: “Cultivar la amistad ayuda a vivir plenamente la madurez”.
Desde aquí quisiera dar las gracias a los pensadores de Libranda por ayudar a los lectores a no seguir perdiendo libros y, por extensión, amigos. He de reconocer que, en mi opinión, ésta es la más importante novedad que ha aportado el libro electrónico en su corta vida. A partir de ahora tendremos seis intentos para no perder los libros que prestamos a nuestros presuntos amigos. Sólo por eso he de decir bien alto que les prometo fidelidad absoluta. Queda dicho.
Desde entonces he estado consultando a verdaderos expertos en el arte de prestar libros, y todos ellos han coincidido con mi parecer sobre la pregunta que abría el presente post. En realidad, un libro pretecnológico sólo se puede prestar una vez. Todos hemos coincidido en el bajo porcentaje de posibilidades que tienes de poder prestarlo una segunda ocasión, e improbable el hecho de prestarlo por tercera vez. En el mundo del libro hay un axioma claro: un libro, una vez que lo has prestado no le vuelves a ver el pelo.
Es más, una vez leí un cuento que relataba la historia de un hombre residente en la India que había fundado una enorme biblioteca.
–¿Cómo creó usted esta biblioteca?" –le preguntaron.
–Con los libros que la gente me ha prestado –respondió.
–¿Cómo es esto? –exclamó interesado su interlocutor.
–Tengo por costumbre no devolver ninguno de los libros que me prestan. Así es como he sido capaz de crear esta biblioteca –insistió.
–¿Pero no tiene Usted remordimientos por los libros que no ha devuelto?
–¿Remordimientos?, el que presta sus libros está loco. Y quien los devuelve está aún más loco que él.
He de decir que hace un par de semanas mi vida cambió. Caí del caballo como Saulo camino de Damasco. Leí estremecido que Libranda, la plataforma liderada por Planeta, Random House Mondadori y Santillana había decidido delimitar el número de copias que se pudieran hacer de un libro a seis. Es decir, el usuario que compre un título podrá prestarlo hasta seis veces. Por su parte, el usuario que haya recibido un libro electrónico en préstamo no podrá prestarlo. En aquel instante, lo primero que me vino a la cabeza fue la teoría de los seis grados de separación que establece que una persona puede estar relacionada con cualquier otra en el mundo a través de una cadena de conocidos de sólo seis pasos. Vaya, pensé, qué considerados. ¿Quién dijo que el placer de la lectura era una práctica onanista? Mira por dónde. Además de enriquecerte culturalmente, o no, Libranda te garantiza, con el permiso de las redes sociales, ampliar tus contactos y confirmar que el mundo es un pañuelo. Como diría mi idolatrada Rosa Villacastín: “Cultivar la amistad ayuda a vivir plenamente la madurez”.
Desde aquí quisiera dar las gracias a los pensadores de Libranda por ayudar a los lectores a no seguir perdiendo libros y, por extensión, amigos. He de reconocer que, en mi opinión, ésta es la más importante novedad que ha aportado el libro electrónico en su corta vida. A partir de ahora tendremos seis intentos para no perder los libros que prestamos a nuestros presuntos amigos. Sólo por eso he de decir bien alto que les prometo fidelidad absoluta. Queda dicho.
lunes, 10 de mayo de 2010
Atrapado en el tiempo
Hay días que no sabes porqué te levantas de tan mal humor hasta que, por fin, recuerdas la jodida pesadilla que te amargó durante buena parte de la noche. Eso fue, ni más ni menos, lo que me pasó ayer. Soñé cosas que mis improbables lectores no creerían. Emulando a Blade Runner vi naves en llamas más allá de Orión… y rayos C que brillaban en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser. Soñé cosas difíciles de imaginar. Cosmogonías que explicaban el futuro de los editores. El mío propio.
En el sueño me veía obligado a repetir, una y otra vez, el mismo día de mi vida. 9:00 a.m. Reunión con mi director editorial. Tengo un encargo para ti. ¿Crees que podríamos publicar en CD-ROM esta colección que tenemos en papel? He oído que este formato es el futuro. Perfecto, prueba superada. 12:00 p.m. ¿Podrías imaginar ahora qué deberíamos hacer para aderezarla un poco y ofrecerla en DVD-ROM. ¡Eh!, no te despistes, ¿sería posible hacer también una versión on-line para mantenerla siempre actualizada?, ¿y en tinta electrónica? ¿Cómo que en qué formato? Tú mismo. 16:00 p.m. De paso, no olvides estudiar la forma de poder trocearla para venderla en la Appstore para iPhone. 18:00 p.m. Cuidado, ten en cuenta que a partir del 28 de mayo se empieza a vender el iPad en España. ¿Tienes previsto ya cómo la vamos a adaptar?
En ese momento agradecí que mi vecino ronque como un hotentote y me desperté entre dudas y sudores fríos. Al soñar con mi futuro vi, como en un retablo gótico, el trabajo de mis quince últimos años de vida laboral. Tal como hizo Bill Murray en Atrapado en el tiempo repetí entre balbuceos aquella memorable frase: "puede que no haya mañana. Hoy no lo hubo." Lo cierto es que llevamos haciendo lo mismo desde hace década y media. Primero fue el prehistórico CD-ROM y ahora es el intuitivo iPad. Lo tratamos todo como si el salto de la edición pretecnológica a la digital fuera tan sencillo como pasar de una edición en tapa dura a otra de bolsillo. Pensamos que un libro se convierte en digital con una simple imposición de dígitos, perdón, quise decir de manos. Parémonos un momento a reflexionar: no basta sólo con trasladar los contenidos de un formato a otro, primero deberíamos intentar entender qué ofrece de novedoso el formato recién nacido. En fin, aunque ya sea un poco tarde, pido disculpas a mis lectores por el cabreo pero esto es lo que tiene haber dormido regulín.
En el sueño me veía obligado a repetir, una y otra vez, el mismo día de mi vida. 9:00 a.m. Reunión con mi director editorial. Tengo un encargo para ti. ¿Crees que podríamos publicar en CD-ROM esta colección que tenemos en papel? He oído que este formato es el futuro. Perfecto, prueba superada. 12:00 p.m. ¿Podrías imaginar ahora qué deberíamos hacer para aderezarla un poco y ofrecerla en DVD-ROM. ¡Eh!, no te despistes, ¿sería posible hacer también una versión on-line para mantenerla siempre actualizada?, ¿y en tinta electrónica? ¿Cómo que en qué formato? Tú mismo. 16:00 p.m. De paso, no olvides estudiar la forma de poder trocearla para venderla en la Appstore para iPhone. 18:00 p.m. Cuidado, ten en cuenta que a partir del 28 de mayo se empieza a vender el iPad en España. ¿Tienes previsto ya cómo la vamos a adaptar?
En ese momento agradecí que mi vecino ronque como un hotentote y me desperté entre dudas y sudores fríos. Al soñar con mi futuro vi, como en un retablo gótico, el trabajo de mis quince últimos años de vida laboral. Tal como hizo Bill Murray en Atrapado en el tiempo repetí entre balbuceos aquella memorable frase: "puede que no haya mañana. Hoy no lo hubo." Lo cierto es que llevamos haciendo lo mismo desde hace década y media. Primero fue el prehistórico CD-ROM y ahora es el intuitivo iPad. Lo tratamos todo como si el salto de la edición pretecnológica a la digital fuera tan sencillo como pasar de una edición en tapa dura a otra de bolsillo. Pensamos que un libro se convierte en digital con una simple imposición de dígitos, perdón, quise decir de manos. Parémonos un momento a reflexionar: no basta sólo con trasladar los contenidos de un formato a otro, primero deberíamos intentar entender qué ofrece de novedoso el formato recién nacido. En fin, aunque ya sea un poco tarde, pido disculpas a mis lectores por el cabreo pero esto es lo que tiene haber dormido regulín.
miércoles, 5 de mayo de 2010
Avances de la edición electrónica para la lectura en la cama
Steve Jobs, el jefe de Apple, es lector de Editobits y ha añadido al iPad una funcionalidad que venimos pidiendo a los libros electrónicos desde hace tiempo: un mecanismo rápido para decidir si me voy a dormir o si termino de leer el capítulo.
Ayer estuve jugando con un iPad y descubrí que te avisa de cuantas páginas faltan para terminar el capítulo:
Como es más parecido a un portátil que a un lector tipo Kindle o Papyre, su usabilidad es mucho mayor. Los periódicos o las revistas, por ejemplo, se manejan de forma muy cómoda. Ahora habrá que probar si leyendo mucho rato cansa más o no que la tinta electrónica.
Ayer estuve jugando con un iPad y descubrí que te avisa de cuantas páginas faltan para terminar el capítulo:
Como es más parecido a un portátil que a un lector tipo Kindle o Papyre, su usabilidad es mucho mayor. Los periódicos o las revistas, por ejemplo, se manejan de forma muy cómoda. Ahora habrá que probar si leyendo mucho rato cansa más o no que la tinta electrónica.
jueves, 21 de enero de 2010
De las firmas de autores en los libros electrónicos
Entre los temas por resolver para el libro electrónico del futuro tenemos aún el de las firmas de autores. No querríamos que nuestros queridos dispositivos digitales nos priven por Sant Jordi de esas entrañables colas, por lo que hemos investigado el estado de la cuestión.
La solución actual parece pasar por firmar con el rotulador la parte trasera, si es de color claro como en el Kindle. En el New York Times mencionaban algún ejemplo hace unos meses.
Pero la superficie de un ebook es pequeña y a todas luces insuficiente para el número de autores que puede almacenar su memoria, por lo que algún editor digital visionario está ya avanzando en el tema. En este blog vinculado a la tienda de comics Forbiden Planet se proponen tapas de vinilo coleccionables. Puede ser una buena solución: se trataría de comprar cada Sant Jordi una tapa diferente, con un diseño nuevo, y salir a la caza de firmas hasta llenarla.
Otra cosa va a ser que los libreros te permitan ponerte en su cola con el libro electrónico en lugar de proponerte amablemente que vayas a buscar la firma, por ejemplo, a Amazon (1516 2nd Ave., Seattle, USA)... a no ser que hayas comprado al menos la fundita en la librería.
La solución actual parece pasar por firmar con el rotulador la parte trasera, si es de color claro como en el Kindle. En el New York Times mencionaban algún ejemplo hace unos meses.
Otra cosa va a ser que los libreros te permitan ponerte en su cola con el libro electrónico en lugar de proponerte amablemente que vayas a buscar la firma, por ejemplo, a Amazon (1516 2nd Ave., Seattle, USA)... a no ser que hayas comprado al menos la fundita en la librería.
lunes, 18 de enero de 2010
La edición electrónica y la Ley de Moore
En 1965 Gordon Earl Moore, cofundador de Intel, estableció la denominada ley que lleva su nombre. Dicha ley, de base eminentemente empírica, afirmaba que el número de transistores incorporados en un chip se duplicaría anualmente. La consecuencia directa del enunciado es que cada año se produce una mejora del producto con una importante reducción de su coste. Esto, como todos bien sabemos, lleva implícito una bajada de precios al tiempo que las prestaciones suben.
Si aplicamos la Ley de Moore al entorno de la edición electrónica, es evidente que a medida que los e-readers se popularicen el canal digital se beneficiará del postulado, gracias a las denominadas curvas de aprendizaje. Dentro de este contexto, sin ningún lugar a dudas, la tecnología digital será cada vez más atractiva que los libros impresos. Ante esta nueva realidad, ¿cómo van a responder las editoriales a un canal de distribución mucho más barato y con una capacidad de respuesta que se duplicará cada año? ¿Será el precio de los e-books más barato que el de los libros pretecnológicos? Me temo que “va a ser muy difícil que los libros impresos se mantengan en un estado de coexistencia pacífica durante mucho tiempo.” (Adam Hodgkin). Sobre todo cuando la respuesta por parte de las editoriales es proteger las librerías manteniendo la denominada cadena tradicional del libro (autor, editor, distribuidor y librero). Una vez más el sector editorial se dedica a tocar rock & roll con violines.
sábado, 16 de enero de 2010
Libros electrónicos en Las Vegas (CES 2010)
La semana pasada tuvo lugar en Las Vegas la feria CES 2010, el equivalente a la Feria del Libro de Frankfurt para la electrónica de consumo. Este año estaban de moda los libros electrónicos y las teles en 3D. Por lo que a ebooks se refiere se han presentado un gran número de modelos y prototipos. Para que os hagais una idea de por donde evoluciona el tema, he preparado un resumen por familias y os añado links de los más interesantes por si quereis investigar:
El futuro se promete muy interesante pero, mientras se clarifica el mercado, la mayoría de artículos acaban recomendando el Kindle (y ahora también el Nook) porque, a pesar de sus limitaciones, hoy por hoy son la mejor opción para los lectores (para los lectores, se sobreentiende, americanos).
- Siguen destacando los vinculados a empresas de la industria editorial: el Kindle de Amazon, el nuevo Nook de Barnes&Noble y, de alguna manera, el Reader de Sony.
- Aparecen multitud de variantes de los anteriores y “clónicos” de menor precio.
- Surgen dispositivos especializados para el público profesional y para la gestión documental como el Que de PlasticLogic.
- Lectores de gran tamaño como el Skiff, adecuados para la lectura de prensa y revistas
- Sustitutos para la tinta electrónica: pantallas que funcionan reflejando la luz pero que permiten color, desplazamientos rápidos de los contenidos e incluso video. Entre las principales tecnologías de este tipo están Pixel Qi, Liquavista y Mirasol (esta última puede equipar al próximo Kindle). En este video de Liquavista podeis ver las diferencias con una pantalla de tinta electrónica actual, que acaba de llegar y parece que ya esté a punto de desaparecer.
- Dispositivos con dos pantallas para complementar la lectura con contenidos gráficos o multimedia. Mirad las webs de estos dos: Entourage Edge y Alex. El concepto es muy atractivo aunque las críticas sugieren que se quedan a medio camino entre un ebook y un ordenador tipo "tablet", pero con el precio de este último por lo que no está claro que vayan a consolidarse aún.
- Ordenadores tipo “tablet”, sin teclado, pero con más potencia que un ebook. Entre los que está generando mayor expectación estaría un posible lanzamiento de Apple, del que todo el mundo habla y nadie sabe nada, tal y como a Apple le gusta que se hagan las cosas...
El futuro se promete muy interesante pero, mientras se clarifica el mercado, la mayoría de artículos acaban recomendando el Kindle (y ahora también el Nook) porque, a pesar de sus limitaciones, hoy por hoy son la mejor opción para los lectores (para los lectores, se sobreentiende, americanos).
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